Qué sensación tan profunda de desolación me invade... aún escucho el intenso aullido de los lobos rasgando mis oídos y puedo observar impotente el bosque sembrado con mis lagrimas y sangre. He cerrado mis alas a la vida en está lucha encarnizada, mi rostro se confunde entre un mar purpúreo y mi cuerpo acaricia la tierra para la eternidad. Mis ojos vacíos resienten la vista de aquél paisaje oscuro y putrefacto. Mis manos temblorosas sueltan sin resistencia alguna, los recuerdos que mi mente sostenía con firmeza. Algún sentimiento intruso se cola por las grietas de mi alma y sólo sigo negando lo peor que hay en mí, y sigo alimentando esa oscuridad que no muere, no cesa, no puede ser frenada... se que pronto la maleza me cubrirá por completo, aunque mis ojos se nieguen a contemplar la oscuridad que me absorbe y aquella luz lejana que resplandece a los lejos; pronuncie mi nombre que muere en el silencio. Aquella luz que banaliza el dolor que arrastro, porque estoy hecho del mundo que deshice, a solas y sin mí... siendo el recuerdo de un futuro que mira su reloj en una noble sinfonía.
1 comentario:
me encanto, no se que mas decir al respecto, me has dejado sin aliento, un gran escritor sin dudarlo, espero algún día llegar a escribir cosas tan profundas como estas, me fascino y el blog obviamente también.
Un saludo y te seguiré leyendo con gusto
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