Aires extintos

Era la tierra roja... cuando en sus suplicas se desvanecía toda su voz, cuando se quebraba en pedazos y en cada grieta se oía la melodía de sus oscuros secretos. Podía la profundidad de sus heridas sangrantes ahogarlo, si su cuerpo se aferraba así mismo cuando de su espalda explotaron dos grandes alas grises y allí la luz fue un destello agonizante reflejándose como cristales en su mirada café. Tantas sombras en los aires extintos lo rodeaban, cuantas garras espeluznantes surgían del alto abismo que lo consumía, cuando hilos de sangre se derramaban de sus labios, no fueron entonces sus lagrimas blancas, habían nacido dos alas de su espalda no tan oscuras como la noche, pero tan grises como la tormenta que gobernaba sus estigmas. Tantas sombras en los aires extintos lo rodeaban, y su alas se desplegaron como el único suspiro del viento, alzando vuelo su cuerpo continuaba llorando, el amor era un suplicio, la libertad estaba oculta en los mares lunares, donde su esperanza se sumergía durante los inviernos insurgentes. Pensó ser parte de la oscuridad, pensó fusionarse por fin en ella, cuando fue abrazado por sus alas y dejo de llorar su triste espíritu, una a una las plumas de su vuelo cayeron al mundo y él ya no era más que otra sombra en el aire extinto.

Requiem