14.3.11

En el receso desesperante

Me odio con tanta impotencia que me doy miedo. Estoy tan solo que mi mente empieza a imaginar que está acompañada, intento reír para no llorar. Me hallo cansado de todo, de mi mismo, de la vida, de sobrevivir así como así. Quiero sentir algo, quiero que algo me amarre pero nada lo hace, quiero dejar de enfriarme, quiero dejar de morir en vida. Esto parece un proceso lento y doloroso que me quita el todo y la nada. Me quedo vacío, nulo e inservible cuando me encuentro solo, carcomíendome en silencio las ganas de hablar, las ganas de gritar, de estallar en mil pedasos e irme lejos. Donde alguien me quiera. Donde a alguien le importe e interese mi bien estar, mi verdadero bien estar. 


2 comentarios:

Camille. dijo...

De nada, para eso estamos y si tengo que comentar y animar a alguien aquí estoy, ahora todo empieza queriendose a uno mismo para que los demás te quieran, uno siempre es primero y para que eso suceda hay que empezar a buscarle el lado bueno a las cosas y tratar de no ver tanto el lado malo, espero que eso sirva de algo lo hice varias veces y funcionó, saludos n-n

Unknown dijo...

A mi me tranquliza que nadie me odio con tanta fuerza como yo mismo. La incongruencia, y putada, es que eso da igual, porque ni los que pensamos asi nos entendemos entre nosotros.